Padre dominico, estudió ciencias y fue profesor en Bergara (1886-1892). Naturalista, apologista, teólogo, célebre eclesiólogo y uno de los grandes místicos europeos de comienzos del s. XX. Preocupado por demostrar la compatibilidad entre la ciencia y la fe, proyectó un “Centro de Estudios Superiores Científico Apologéticos” en el Real Seminario y enriqueció el gabinete de zoología. Aceptó la EVOLUCIÓN, aunque matizándola. Aplicó su mentalidad evolucionista a la eclesiología y a la mística. Aunque él negó serlo, fue acusado de modernista; es decir, de defender la necesidad de adaptación de las doctrinas de la Iglesia a los postulados de la ciencia moderna.